viernes, 14 de octubre de 2011

Echar de Menos


(En esta ocasión la posología deberá ir acompañada de Kianda's Song de Aaron Goldberg en su álbum Worlds. Banda sonora inmejorable y curiosa por la fusión de los dos nombres de las incitadoras de esta historia. Muchas gracias por tomas cuanquier posible precaución posible antes de su ingesta. La empresa agradece eses detalles que ayudan a prevenir posibles demandas por negligencia y daños colaterales)


    “Dicen que no se puede echar de menos a lo que nunca se ha tenido”


    D, la sensacional D. Ese primer amor que quiero pensar que todos hemos vivido y una de las historias que más marcaron el camino que tomaría mi vida desde ese momento.

   Estas fueron unas de las últimas palabras suyas que leí. Unas palabras que se quedaron dentro, muy dentro... que hicieron que un nuevo pájaro empezara a volar, en busca de datos para los pequeños archiveros neuronales que se encargan de ese más o menos eficiente sistema compuesto de enormes hileras de viejos archivos metálicos que etiquetan mis pensamientos.

   (Archivos sacados de cualquier vieja película de Philip Marlowe, por aquello añadir algo de autenticidad a la visión que de ellos siempre he tenido y compartirla contigo).

    ¿Se puede echar de menos, eso que nunca has tenido?

  Noviembre del 2010. París. Después de una intensa sesión de grabación Kelly y yo estabamos apartados del resto de la banda y amigos en la barra de un club. Disponíamos de pocas horas para estar juntos y no había en perspectiva posibilidades de volver a poder compartir momentos frente a frente durante tiempo, momentos de verdad como aquel.

   Kelly me hablaba de Boston y de su nueva vida allí, mientras que yo le compartía con ella mis nuevas ideas sobre mi banda principal y le comentaba hacia dónde quería llevar las cosas. Entre risas, bromas y anécdotas pasó eso que acostumbra a suceder con alguien te unen lazos profundos de amistad: de esa forma tan curiosa con las que las conversaciones entre viejos camaradas van hilándose apareció el recuerdo de cómo se había iniciado nuestra amistad y nuestra relación profesional. Un recuerdo que en aquel momento nos parecía ya muy lejano pero que no lo era tanto... había sido un año intenso en nuestras vidas y cuando están inmerso en esa ola el tiempo es terriblemente elástico.

   Nuestras vidas siguen así: a ambos lados del charco somos dos espíritus nadando en un mar de tiempo terriblemente elástico e intenso... como todos mis Gitanes, posiblemente incluso mucho mas de lo que ya eran... Pero este es otro pájaro, ya hablaremos de él en su día.

   Y, fue Kelly quién puso de nuevo a los viejos archiveros el movimiento.

   -”Qué habría pasado si aquella noche no hubieramos estado allí los cuatro?”

   De nuevo aquella vieja historia. ¿Se puede echar de menos algo que no se ha tenido? De nuevo ahí, en la cara. Mil años después y en circunstancias muy diferentes la pregunta seguía siendo totalmente vigente.

   Hay días en que estás verdaderamente inspirado durante el tema y que las ideas fluyen solas, sin importar mucho lo que sabes o dejas de saber, sin importar lo aprendido porque ya no es material de estudio y todas esas escalas y arpégios han pasado a ser materias asimiladas. En tu mente aparecen mil motivos musicales que vas transmitiendo a través de tu instrumento y te sientes parte de todo lo que está sonando, de la música en sí,mientras tu solo avanza en direcciones insospechadas. Tu mente está proyectando esas estupendas paridas a tiempo real y tu cuerpo es solo el instrumento de algo superior: tu imaginación.

   La imaginación, esa es la clave.

   El gran problema está en la percepción, como casi siempre. En muchas ocasiones la visión lineal y esa curiosa trampa que nuestra mente hace por pura supervivencia nos hace perder la perspectiva de algo que siempre está pasando: nuestro mundo no se reduce a lo que simplemente vemos. Alrededor de lo que está sucediendo en el plano físico hay otro montón de mundos, la mayoría de los que realmente nos importan totalmente en el plano mental. La mayor parte del tiempo nuestra mente está creando ideas, de mil diferentes formas y colores, ideas que acabás transmitiendo al mundo físico de una o otra manera.

   Desde el momento en que podemos imaginar aquello que no vivimos pero que habríamos deseado uno de esos pequeños duendes, en concreto el encargado de la sección “ideas bucólico-pastoriles”, inicia un nuevo expediente, en muchas ocasiones trámites sin ningún sentido y auténticas pérdidas de tiempo y energía. Este funcionario acostumbra a ser lento en sus gestiones; hay que cargarse de paciencia para que todo llegue a buen fin.

  Si por un momento tuvimos la fugaz visión de algo, uno de esos momentos de divina inspiración en que se activa nuestra la capacidad de imaginar, está claro que a partir de ese momento lo echaremos en falta. Muchas veces será solo por un instante, pero todos sabemos que un segundo puede tener en ocasiones mucho más valor que la eternidad, cierto? En algunos casos es diferente, momentos en los que vivimos la situación de forma mucho más sentida que algunas de nuestras realidades, ocasiones donde hemos invertido tiempo e ilusión.

  En definitiva, hablamos de creación. Creación más o menos positiva o negativa, pero creación. No se diferencia en demasía a lo que los músicos hacemos sentados frente al papel pautado o improvisando en un escenario. Nuestros actos son siempre el reflejo de nuestra realidad interior.

  El tiempo nos acostumbra a hacer borrar las cosas malas y acabamos quedándonos con tan solo la belleza de algunos pasajes. Una de las peores cosas que te puede quedar en el subconsciente es aquello de “lo que podría haber sido y no fue”.

  Afortunadamente no tengo muchas deudas de ese tipo en mi cuenta, pero incluso así pesan.

  Por fortuna aquella noche en París alguien interrumpió la cháchara que Kelly y yo manteníamos antes de que nada de esto saliera de mi boca y ella pudiera apuntar un “Tu es fou, mon capitaine”, aunque por los ojos con los que me miró sé que supo que algo estaba pasando por mi cabeza, algo que se iba más allá de lo que simplemente estábamos hablando. La noche siguió, siguió con cosas de músicos... ya sabes. Bueno, igual no lo sabes, pero lo sabrás.

   Posiblemente tendría que traducir esto. Sí, posiblemente.   

                                                                    E.M.

1 comentario:

  1. Yo tengo un "Y si las cosas hubieran sido de otra forma", "Si aquello no hubiera pasado", "Si hubiera pasado algo justo después que lo cambiara todo" y entonces echo muchísimo de menos lo que pudo haber sido y no fue.
    En cambio, de lo vivido, poco echo de menos. La gente se extraña de que no eche de menos a mi familia, ni a mis amigos, ni a nadie en especial. Me han llegado a tachar de insensible pero... ¿Alguien se ha parado a pensar en por qué no echo de menos a la gente?
    Cuando tu único recuerdo de la infancia son peleas entre tus padres con platos volando por el aire, estrellándose en la pared y haciendo volar boquerones que luego tenías que recoger, cuando sólo recuerdas los mimos que recibía tu hermano pequeño por su accidente, cuando recuerdas las miradas de odio y la tensión en el ambiente "familiar", cuando recuerdas aquel "si sales por esa puerta, ésta deja de ser tu casa" que se cumplió a rajatabla, cuando realizas que no pudiste conocer a tu hermano hasta que cumpliste ocho años, cuando te das cuenta de que por primera vez en 23 años vas a poder pasar la Noche Buena con él... Con semejantes historias, ¿quién puede echar de menos a sus padres?
    Y los amigos, ay, los amigos. Ésos que son tan amigos para unas cosas y para otras si te he visto no me acuerdo. Y los amigos de verdad, a ésos, no se los echa de menos, porque aunque estén a miles de kilómetros basta una llamada o un sms para saber que están ahí.
    Al final, ¿a quién debería echar de menos? ¿A quien me echó de su casa? ¿A quien no tuvo el valor para decirme que me fuera a la suya? ¿A quien no estuvo ahí cuando lo necesité? No, gracias, prefiero echar de menos otro tipo de cosas, quizás las no vividas: Navidades felices, regalos bajo en árbol de Navidad, juegos infantiles con los amigos del barrio, un abrazo tras un día de mierda, una palabra de cariño cuando llegaba llorando a casa contando el infierno que había pasado en el colegio.
    Definitivamente, creo que echo más de menos lo que no he vivido... xD

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